La actual crisis energética de finales de 2021 parece que se trasladará a 2022. Ya ha tenido amplias repercusiones en la economía, el medio ambiente y la seguridad. Este ensayo considera algunas de las tensiones que surgen para la política gubernamental, los inversores y los consumidores. La crisis tiene tres elementos distintos: La interrupción de la cadena de suministro, la mayor interconexión de los mercados de gas natural y los indicios de volatilidad de los precios de la energía durante la transición energética hacia el abandono de los combustibles fósiles.
Mientras la economía mundial prosigue su titubeante recuperación de la pandemia del COVID-19, los precios y la disponibilidad de la energía amenazan con hacerla descarrilar. La pandemia provocó una caída histórica de la demanda y los precios de la energía, pero la recuperación de la demanda está poniendo a prueba los mercados de combustibles fósiles de petróleo y gas, e incluso de carbón. Los precios se están disparando a medida que la demanda persigue la oferta de combustible que aún no se ha recuperado de la caída de la pandemia.
Las anteriores crisis de suministro mundial se han limitado normalmente al petróleo, pero los mercados de gas natural, que están cambiando rápidamente, también están en crisis. Un mercado creciente y más flexible de gas natural licuado (GNL) ha permitido la competencia mundial por el suministro de gas, una situación que no era posible cuando el gas se suministraba por gasoducto o GNL con contratos a largo plazo. Europa y Asia compiten por el mismo suministro de GNL, lo que hace que los precios suban en ambos mercados y se extienda el estrecho mercado actual a Estados Unidos. En cierto sentido, el gas natural es víctima de su propio éxito: el desplazamiento de la generación de energía con carbón por razones económicas o medioambientales ha sido una importante fuente de demanda de gas. Sin embargo, con el declive de la generación con carbón en Estados Unidos, está desapareciendo un importante amortiguador de la demanda y los precios del gas. Al reducirse la capacidad de utilizar el carbón para la generación de electricidad cuando la demanda de gas natural es alta, la demanda de gas se está volviendo menos elástica y los precios más volátiles.
Los mercados energéticos son naturalmente inelásticos en cuanto a los precios y, por tanto, volátiles. Sin embargo, el reciente énfasis en el medio ambiente y la asequibilidad durante la primera parte de la transición energética puede haber llevado a prestar menos atención a la seguridad energética. La nueva interconexión de los mercados energéticos entre combustibles y zonas geográficas también ha cambiado la forma en que se propagan las crisis. Es posible que haya que prestar más atención a medidas como las reservas estratégicas y la respuesta a la demanda, así como a programas de ayuda a los consumidores con menores ingresos, que siempre son los más afectados cuando los precios de la energía son elevados. La diversificación del suministro energético con energías renovables también ayudará, ya que una vez construidas, estas fuentes no están sujetas a los caprichos de los mercados globales.